Conflicto 2: la comunicación
Ruptura
A Carmen le duele el hueco de unas palabras que son solo letras. Piensa que Lautaro es un tarado que no comprende nada, que nunca lo hace. Quizá ella tampoco alcanza. Le grita en el mismo idioma, pero aún así, nada. Calla, respira, espera, suspira. Solo hay hueco, un vacío sin referencias comunes. Para comprendernos hay que armarse de valor y explorar hasta el principio de los tiempos. Me preparo para el viaje; llevo linterna, piquete, calcetines gruesos, cantimplora, sonrisas. De esas, que no falten. Carmen se cuelga la mochila y emprende la pesquisa. Asume su condición de mochilera, aventurera en la trastienda de las palabras, a la búsqueda salvaje de un sentido que se le escapa.
Encuentro
La exploración es dura. Lautaro es muchos caminos, una historia de muchas humanidades. Porque Lautaro, que llegó aquí desde allá, carga toda una cultura que Carmen no conoce y cuando la aprehenda toda, las palabras, esas palabras huecas, se encontrarán con su sentido. La búsqueda es larga, a ratos triste, mucho, a ratos pesada, a ratos divertida. Si al menos él también, llora Carmen. Y sí, Lautaro también. Dos caminantes unidos por la búsqueda, más unidos cuanto más larga es. Porque en esta tarea, las palabras nunca desaparecen.
Conflicto 6: lexicografía
Ruptura
Carmen y Lautaro no logran decidir si Cartarescu es de Rumania o de Rumanía; si los mejores corredores del mundo son jamaiquinos o jamaicanos; si al cartero hay que decirle buen día, o darle los buenos días; si en la cocina nos sentamos en un banquito o en un banquete, o si antes de dormir, el libro lo dejamos en la mesita de luz o en la mesilla. Cada vez que sale el tema, vuelan por los aires damascos y alberges, plátanos y bananas, alguna sandía, chiquita, claro. Se forman bandos, unos contra otros. La guerra civil. Y nada, no hay solución. La fruta termina aplastada contra el piso/suelo.
Encuentro
En un descanso de la contienda, alguien decide buscar un juez. Aunque solo sea por terminar la disputa, asumen la autoridad de la RAE y creen, quieren creer, con la fe más profunda, para llegar a buen puerto la discusión, que el sepuededecirdelasdosmaneras es un buen punto final.
(Nada que decir de la gran discusión: ¿el celeste es un color?)
Conflicto 3: las elecciones
Ruptura
Carmen y Lautaro pareja ríen compartiendo costumbres. Carmen y Lautaro padres luchan costumbres. La casa es un espacio de músicas, olores, sabores, rituales, aquelarres que chocan, compiten, saltan locos, desbaratados, libres de culpa y tradición. Las fiestas patrias, las patronales, los ritos, festejos, modos culinarios, las músicas, se han declarado la guerra.
Encuentro
Esa casa, la casa patria, acoge la cultura madre recién nacida, la que crearon entre los cuatro, a fuerza de grandes batallas. Son abanderados de una cultura entera, allí, en los rincones que dejan los amores.
En el principio, las niñas se dormían con Walsh, reían con Pipo, cantaban El elefante Trompita. Más tarde gritaron A galopar, bailaron a Los fresones, lloraron a la Sosa. Reservaron en su memoria olores italianos, sopa de la yaya, tortilla, dulce de leche. Y los cuentos, todos, de aquí y de allá, saltando charcos y leyendas, regalando personajes curiosos, libres de forma y fondo, susurrando palabras mestizas, esas que son ya nuestra propia lengua.
Conflicto 5: la mirada de otros
Ruptura
Al llegar al barrio, Carmen se ganó la etiqueta categoría superior #mujerdelargentino, que al parecer llevaba consigo varias subetiquetas como aquella de perder lo conocido y sabido sobre el lugar en el que vivió desde su nacimiento. Tanto lo creyeron los vecinos que Carmen despertó un día color albiceleste. Tanto me da, pensaba Carmen y marchaba por el barrio murmurando cantitos de la cancha y buscando empanadas allí donde nunca las podría encontrar.
Del otro lado estaban los albicelestes de nacimiento. Colgaron a la espalda de Carmen la etiqueta #españolasinmás, que llevaba consigo otras subetiquetas como la de representante en la Tierra de un país llamado España. Tanto me da, pensaba Carmen y decía y hacía cualquier cosa para deformar lo que allá podrían pensar de lo de aquí. Reía y marchaba tan pancha.
Encuentro
Carmen y Lautaro levantaron el muro de las murmuraciones. La risa, la risa infinita, pared contra miradas e, incluso, palabras. Inventaron su identidad sobre cimiento de diferencias. Las creencias mal entendidas no podrían destruir este castillo, concebido como una fortaleza con foso, puente levadizo, paseo de ronda, torre de defensa, muralla cortina y, por supuesto, puerta fortificada.
Conflicto 4: los espacios
Ruptura
Para Carmen, América es un territorio dilatado, aumentado en exceso. Las calles, edificios, plazas, parques, la naturaleza, todo es demasiado grande para cobijar el alma pequeña. Para Lautaro, Europa no deja espacio. Cohíbe, arrincona los movimientos, nos captura en sus calles estrechas, filigranas que ahogan. El Viejo Mundo asfixia al americano. Carmen prefiere lugares diminutos, un rincón con geranios, un pequeño bolso para guardar una vida entera. Lautaro se maravilla en el mirador más alto, el que deja ver el más amplio paisaje. Siempre quiere alcanzar ese punto.
Encuentro
Carmen y Lautaro tienen espacios de cruce, soportes bien anclados, grandes o pequeños, dulces o salados, a veces tristes, a veces llenos de risas. Recuerdan un Quick, una habitación sobre una piscina/pileta, las carcajadas de un bebé, los ojos claros, serenos, de otro bebé, un coche rojo, la casa en la alegría, un volcán, el mar, al final, siempre el mar.
Conflicto 1: las distancias
Ruptura
Una familia en una pantalla, apiñados en un 16:9, decirlo todo en unos minutos. No, no salgo, me da vergüenza. Carmen lidia las distancias. Querría, a la vuelta de la esquina, abuelos, tíos, primos para sus niñas; mis niñas, que han asumido en su historia la ausencia de abrazos, los cada vez menos frecuentes encuentros y despedidas. Mis niñas, que crecieron con la presencia distante de una familia fantasma, son ahora islas de abrazos.
Encuentro
Lautaro normaliza las distancias. Busca cercanías, afectos que reconstruyan un espacio y un tiempo. Duda ante los nuevos encuentros, saltea las despedidas. Venga, vamos a hacer piña en los momentos lejanos de lo diario; vamos a fundar ciudades, países enteros, con sol, playa, castillos, volcanes, con todo lo que queramos.
Porque es el lugar donde nos asentaremos los pioneros. La tierra sin adiós.
Mariu Gallizo
Periodista en procesos sociales, trabajando desde hace algunos años en la comunicación y sensibilización de una entidad social. Escritora de frontera, ha creado la web literaria
Itinerancias.es
, con la que pretende dar relevancia a la creación que navega entre orillas. Ha publicado relatos y microrrelatos en la revista Ligeia, la Antología del I Concurso Internacional de Microcuentos de Ediciones de Letras, la Antología de Microrrelatos
Fuente de Creación
y la antología
Relatos por descubrir
. Obtuvo el segundo premio en el II Concurso literario Comarca Bajo/Baix Cinca y en el Premio Cuentos para contar, de la editorial Ojos Verdes.