Entrevista con Xue Mo Laozi a través de la poesía
El maestro Xue Mo es una de las voces más singulares del pensamiento contemporáneo chino. Su obra recorre los senderos del budismo chan, la tradición taoísta y las raíces culturales de su natal Gansu. En Laozi a través de la poesía, el autor se atreve a reimaginar el Dao De Jing no como un tratado filosófico, sino como un cuerpo vivo de imágenes, resonancias y silencios. Esta conversación forma parte del proceso de traducción y diálogo que acerca esta lectura libre del Laozi a lectores de habla hispana, en un puente que une China con España y América Latina.

—Maestro Xue Mo, ¿qué le llevó a acercarse al Dao De Jing desde la poesía? ¿Por qué eligió este enfoque, en lugar de un comentario filosófico tradicional?
X.M: La decisión de interpretar el Dao De Jing en forma poética surgió de una necesidad interna y de una responsabilidad cultural. Este texto milenario, con apenas cinco mil caracteres, contiene una sabiduría inagotable. Pero su densidad, su lenguaje lacónico y su profundidad filosófica lo vuelven inaccesible para muchos lectores de hoy. Quise ofrecer una puerta más amable, más cercana, sin perder el espíritu original.
La poesía, al condensar emoción y pensamiento, tiene el poder de tender puentes más allá del tiempo, la lengua o la cultura. En China, su aliento está en la memoria colectiva: desde los versos de la dinastía Tang hasta los proverbios populares. Pero también en Occidente, la poesía ha sido siempre vehículo de conocimiento y consuelo, desde La Odisea hasta los místicos españoles. Así, al recurrir a la poesía, no solo me acerco al sabor original del Dao De Jing, también lo hago dialogar con lectores de otras orillas, como los de España o América Latina.
—¿Cómo fue ese proceso de equilibrar la fidelidad al texto con la libertad interpretativa? ¿Cómo se cuidó de no perder la profundidad espiritual en esta transformación?
X.M: Tengo una forma de leer que es casi una forma de vivir. No paso por encima de un libro: lo estudio como quien escala una montaña, paso a paso, con respeto. Comencé a memorizar el Dao De Jing a los diecinueve años, sin comprenderlo del todo. Lo fui habitando con los años, meditándolo, contrastándolo con mi experiencia y los comentarios de otros sabios. Recién a los cincuenta y tantos sentí que esa voz ya era también mía, y que podía reescribirla desde una mirada contemporánea, pero fiel a su esencia.
Quise ofrecer un vino nuevo con la uva de siempre. Que mis palabras no fueran un barniz, sino una fermentación real, que conserve el alma de Laozi pero la exprese con otro sabor, otro ritmo.
“Me encanta mirar el cielo vacío y brillante. Mira, la vida y la muerte sucede en ese vacío.
(...) Una casa vacía encierra innumerables posibilidades, una botella vacía encierra innumerables imaginarios, el globo vacío vuela alto, un corazón vacío puede albergar cualquier cosa.
Entonces, ¿por qué nos asusta el vacío? ¿No es el vacío del tiempo y el espacio de la vida lo que te permite llenarlos con cosas significativas? Por ejemplo, puedes llenarlos con personas y cosas que quieres. Prefiero cambiar el querer por amar. Si amas a todos los seres vivos y quieres albergar a todos los seres vivos...”
Fragmento
El vacío es la madre de todo
—Su lectura invita más a sentir que a entender. ¿Cree que en el mundo actual hace falta reconectar con esa sabiduría más sensorial, más intuitiva?
X.M: Sin duda. En la tradición china, se cree que la verdadera sabiduría no se adquiere, sino que se despierta. Está dentro. Es como la poesía: no nace del cálculo, sino de una escucha profunda.
Cuando escribí este libro, no intenté imponer ideas. Durante más de treinta años dejé que el Dao De Jing madurara en mí. Al escribir, no forcé nada: simplemente me vacié, dejé que las palabras brotaran con el alma en calma, como un lago sin olas.
Este proceso, que parece tan simple, requiere sin embargo un entrenamiento preciso: un cultivo de amor, de escucha, de silencio. Es ahí donde la técnica se disuelve y solo queda lo esencial.
—¿Por qué considera importante promover hoy el pensamiento de Laozi? ¿Qué sentido puede tener su sabiduría en nuestro presente?
X.M: Vivimos en una era de ansiedad y velocidad. Se glorifica la utilidad, el éxito inmediato, la competencia. Pero el Dao De Jing nos recuerda que existe otra forma de vivir, donde la fuerza no se impone, donde la suavidad vence a lo rígido, donde lo vacío no es carencia sino potencial.
Laozi nos advierte contra la militarización, la idolatría de la fuerza, el culto a los imperios. Nos recuerda que el verdadero poder es el que cuida. En tiempos en que se exaltan figuras como Napoleón o Gengis Kan, yo prefiero rendir homenaje al que permite que otros vivan bien.
Esta sabiduría no es una reliquia: es una lámpara. Puede alumbrar nuestros momentos de incertidumbre, ayudarnos a decidir con más claridad, a vivir con más ligereza.
—¿Cómo leer hoy los clásicos? ¿Cómo aplicar su sabiduría sin traicionar su hondura?
X.M: No hay una única forma. Cada lector debe encontrar su manera de dialogar con el texto. Pero es esencial no leer desde la prisa. Un clásico no se consume, se medita.
He escrito seis volúmenes dedicados al Dao De Jing, pero sentí que faltaba algo más íntimo, más directo. Por eso nació Laozi a través de la poesía, como una invitación a dejarse tocar por el texto desde el corazón. Espero que esta versión, al llegar ahora al mundo hispanohablante, pueda también resonar con otras formas de sentir, de mirar, de habitar el mundo.
—¿Cómo fue tu experiencia trabajando con la traductora Liljana Arsovska y cómo sientes que el libro respira en español?
X.M: Este libro nació de un impulso profundo: el deseo de decir, con palabras accesibles, aquello que no todos logran nombrar. Traducir lo intangible en experiencia vivida —ese acto de dar forma a lo invisible— es, en mi opinión, una sensibilidad que comparten tanto el pensamiento espiritual de Asia como la mirada poética y existencial de América Latina. Ambas tradiciones mantienen una relación íntima con el misterio, con lo sagrado, con una sabiduría que rara vez se expresa de forma explícita, pero que se transmite en la manera de estar en el mundo.
El Dao De Jing, escrito en un lenguaje austero y sereno, surgido de una época de aparente sencillez, encuentra hoy nuevas resonancias en nuestros contextos, marcados por la complejidad y la aceleración. Por eso, era necesario un lenguaje que, sin traicionar su raíz, supiese hablarle al presente: un castellano claro pero lleno de poesía; fiel a la respiración del texto original, pero capaz de vibrar en otras geografías del alma.
Trabajar con Liljana Arsovska fue una experiencia profundamente enriquecedora. No se limitó a traducir palabras: supo escuchar el tono del texto, su ritmo interno, ese aliento casi secreto que lo atraviesa. Para trasladar la sabiduría de Laozi al español, no bastaba con comprender el pensamiento original; había que interiorizarlo, dejarlo reposar y, solo entonces, devolverlo al mundo con una voz propia. Liljana lo hizo con una sensibilidad excepcional.
Gracias a su trabajo, estoy convencida de que este libro respira en español con la misma naturalidad con la que lo hace en su lengua madre. Es la prueba de que un clásico no pertenece únicamente a una cultura o a una época: cuando se traduce con fidelidad al espíritu —más allá de la letra— puede cruzar fronteras y entablar un diálogo profundo con otras tradiciones. Esa es, precisamente, la clase de puente que esta colección quiere tender: un puente entre Asia y el mundo hispano, entre la filosofía milenaria del Dao y la sensibilidad contemporánea de quienes habitamos otras orillas.
"Laozi a través de la poesía no es solo una lectura renovada del clásico taoísta, sino también un acto de mediación entre mundos. Como traductora, mi tarea no ha sido solo trasladar palabras de una lengua a otra, sino acompañar un movimiento más profundo: el de una sensibilidad china que, al abrirse en poesía, busca tocar otras memorias, otros silencios.
Este libro nace de un diálogo entre el autor y la tradición viva del Dao, pero también entre China y las lenguas de Cervantes, entre los márgenes del desierto y las orillas del Mediterráneo, entre los acentos de Asia Central y la respiración honda de los Andes".
Palabras de la traductora Liljana Arsovska
La versión en español busca ser fiel no solo al texto, sino también a su espíritu: el ritmo pausado, la cadencia que invita al recogimiento, la claridad que no niega el misterio. Ojalá los lectores de España y América Latina lo acojan no como una traducción, sino como una conversación que apenas comienza".

Isolda Morillo
Isolda Morillo es periodista y traductora peruana, directora de la colección Cathay de Editorial Graviola, que conecta Asia y Latinoamérica. Con más de 15 años de experiencia en medios internacionales como AP, Courrier International o TVE, ha traducido al español a destacadas voces chinas y publicado ficción en chino. Reside en Francia, ha trabajado en China y es autora, consultora editorial y promotora de intercambios culturales entre lenguas y territorios.