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1/11/23

El duelo de la distancia

La primera vez que escuché sobre el duelo estábamos en el funeral de un familiar. No hizo falta  explicarlo porque el dolor vibraba en ese espacio. Se podía respirar, escuchar, sentir, y fue muy  fácil comprender que ese mismo dolor también era capaz de perpetuarse generación tras  generación; lo transmitimos como nuestras costumbres. El duelo puede viajar y traspasar todas  las líneas del tiempo, como una deuda que se hereda, y no es fácil de conciliar.

Pero, ¿serán capaces otros de hacerlo?

Mi descuido fue atribuir desde esos inicios el duelo a la pérdida de una persona. La ligereza de  mis ideas sobre ir y dejar ir me llevó a sorprenderme por el carácter lábil que envuelve al duelo. Y lo descubrí cuando emigré.

Las personas no somos un desconocimiento universal, siempre hemos estado en constante  movimiento, adaptándonos a todos los escenarios que hemos habitado. Somos el resultado de miles de años de inquietud, de una curiosidad inmensurable que nos agita y nos aparta de la comodidad.

En 2016 esa necesidad de explorar penetró mis pensamientos. Y arribé a una nueva cultura sin lazos emocionales, sin un portafolio de anécdotas que explicasen quién era y de dónde provenía, sin testigos oculares de lo que había llegado a ser. En menos de 10 horas pasé de pertenecer y ser a dejar de estar.

Me convertí en Nadie. Nadie, como el gran Odiseo respondiendo a Polifemo. Y aunque mi madre, mi padre y mis amistades no me llamaban Nadie, me sentía como si lo fuese. ¡Cuánta verdad encerraba Homero en aquellas páginas!

Las tragedias y los sacrificios no se guardan para ensayos de ficción porque se atraviesan en la  cotidianidad del individuo, moran a nuestro alrededor. Así comencé una nueva vida,  descubriendo que había firmado un acuerdo con el duelo, el recurrente, el que traería consigo la nostalgia, el dolor, los traumas que jamás sané y que ni siquiera sabía que cargaba conmigo. Y aunque desde la medicina se hable de un duelo parcial porque no hay una desaparición de  aquello a lo que te arraigabas, yo puedo objetar.

En este proceso yo he desaparecido.

En ocasiones me encuentro recordando vagamente aquello que fui, aquello que habité, y con el  tiempo, los recuerdos son más embusteros y se distorsionan con lo que soy ahora.

Desaparecer duele.

El desaparecer se llora.

Pero también se enfrenta con el mismo pundonor que simboliza la pérdida. Porque nuestra naturaleza evolutiva es tan sabía que para compensar todo esto, nos regaló la capacidad de estar en duelo.

Duelo para atravesar y combatir. Duelo para liberarnos y sentir cada fragmento del reflejo que dejamos atrás. Duelo que deconstruye y transforma.

No soy la misma persona que de forma entusiasta explicó en Migración de Barajas que venía a hacer un máster sin ningún visado, a la que dejaron pasar. Esa persona llevaba mi antiguo pasaporte. Mis nombres y apellidos. E intuyo que nació el mismo día y a la misma hora que yo.

Pero ya no la reconozco.

Ella y yo partimos de las mismas circunstancias, pero una de nosotras desapareció en el camino  ¿O se transformó?

Eso también es parte del duelo. El debate, las dudas, la incertidumbre de lo que fue o pudo llegar a ser.

Razón tenía Achotegui al afirmar que es un duelo múltiple: por la familia, por el idioma, por el  sentido de pertenencia, por el estatus, por la cultura, por los riesgos y por la tierra.

¿Añoraba sentir que pertenecía a algo? 

¿Echaba de menos una tierra tan extensa que no conocía a plenitud?

Al principio no era capaz de verbalizarlo, ni siquiera de manifestar aquella perdida con lágrimas.  Me reprimí durante tanto tiempo que un día me explotó en el alma y perdí el rumbo. Supongo que todo surgió de no entender que atravesaba un duelo, uno que necesitaba sus tiempos, sus entenderes y sus espacios. No respetar aquello implicó un desliz que pagué con creces durante años.



Ilustración por Leire Urbeltz
Ilustración por Leire Urbeltz


“Ulises pasábase los días sentado en las rocas, a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de  llanto, suspiros y penas, fijando sus ojos en el mar estéril, llorando incansablemente…” (Odisea, canto V, 150).

Pero ante el desgaste, hasta el mismo Ulises encontró la forma de equilibrar sus penas.

Cuando emigras, cuentas con poco tiempo y espacio para internalizar el proceso; para llegar a  ello, necesitarás años y alguna estabilidad. Por eso equilibramos emociones, aguantamos el dolor como quienes retienen a los toros en los corrales ante la angustiante espera de la lidia.

Y un día comenzamos a regurgitarlo todo, desestabilizando el armazón donde nos hemos  depositado para no bajar a enfrentar lo que sentimos.

Todo sin previo aviso.

Por eso, la Odisea es más que sus veinticuatro cantos en nuestra literatura occidental. Es un  manifiesto poético del andar de muchas personas migrantes, es una muestra más de que el duelo traspasa las páginas, los versos y el tiempo. Y de que es capaz de romperte en pedazos, para darte la oportunidad de volver a nacer.

La primera vez que escuché sobre el duelo estábamos en el funeral de un familiar. No pensé que décadas más tarde sería yo la que haría vibrar una habitación con un duelo similar.

No pensé que existirían otros duelos. Ahora soy yo quien trabaja para que, al momento de viajar, lo haga ligero de equipaje. Así no cargaré el maletero de nadie. No quiero traspasar deudas difíciles de conciliar.

Quiero seguir juntando las piezas de aquello que se rompió.

Quiero seguir abrazando el dolor.

Quiero pertenecer, ser y comenzar a estar para responder a Polifemo con mi identidad.

— Ida Carruido Colmenares

Ida Carruido Colmenares

Nació en Caracas, Venezuela, en 1994

Se graduó de Criminóloga por la Universidad de los Andes (Mérida – Venezuela). Emigró a España en 2016 para estudiar un máster en Marketing Político en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y se enfrentó a realizarlo en situación administrativa irregular, lo que la llevó a informarse cada vez más sobre los trámites y procesos de Extranjería en España. Con el tiempo decidió crear un canal de Youtube llamado ‘Boleto de Ida’ donde se dedica a compartir contenido sobre todo lo relacionado con el proceso migratorio.

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