27/05/2020
Hasta cuándo la lluvia
La lluvia de Bogotá, donde se ancla "Análogo al silencio", es más gris que la de otros lugares. Más fastidiosa. El resto del país está acostumbrado a planchas de agua que cada tantos meses martillan a los viandantes desde que salen de cualquier lugar hasta que vuelven a entrar en cualquier otro. Los que se adentren en esta novela pueden haber vivido lluvias cálidas, tormentosas, con patrones inescrutables o con la previsibilidad de un reloj. Entre todos habrá quien piense en la lluvia como un fenómeno lejano, casi ausente. Por eso, cada uno de los que no hayan pasado por Bogotá puede terminar leyéndose un libro muy distinto. Mi propia experiencia con las precipitaciones de la capital colombiana es de segunda mano. La que yo conozco sólo cae sobre los techos de los colombianos que viven en el libro.
Los rolos de carne y hueso se enfrentan a diario a la posibilidad de que les toque un aguacero en cualquier momento del día, pero los que más saben
cuentan con una medida más precisa que cualquier
predicción meteorológica. Juan Pablo Rodríguez,periodista bogotano y amigo de Graviola, dice que basta con mirar hacia los cerros Orientales, como el de Monserrate con su basílica a tres mil metros sobre el nivel del mar. Puede que el amanecer descubra un cielo azul, casi añil, sobre la ciudad, pero las nubesque surgen por detrás de los montes anuncian su fin próximo, como un luto anticipado.El viento siempre sopla en la misma dirección, y el que ya está en la calle puede contar con que se va a empapar en menos de una hora y media.
Casi en todos lados llueve. En la editorial, esta última semana nos agarró sin paraguas. Las aguas se llevaron nuestro nombre viejo y nos dejó uno que nos gusta más, uno que nos queda mejor. Pero si miramos los cerros que conocemos, los del libro que sale ahora, vemos que el firmamento que los cubre es de un azul brillante, diáfano. El viento siempre sopla en la misma dirección, y esta lluvia espantabobos no va a durar toda la vida.