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Te extraño en el almuerzo,

entre bocados pequeños,

el murmullo de la gente, 

y las ganas de sonreírle a tus ojos

verdes, con la boca llena; 

el arroz asomándose,

y hacerte reír. En la noche

me hace falta tu cuerpo

de radiador, meloso, infernal.

Reconfortante.

Batirme en la madrugada

entre temperaturas,

escuchar tu respiración

y quemarme con tus nalgas

cuando me volteo.

Es agradable sentirte aquí cerca,

dentro de mi pecho. La soledad

tiene otra cara, la sed no es la misma.

Las uñas me duran más.

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