¿Qué sucedió con la literatura de los países latinoamericanos anterior al fenómeno del “Boom latinoamericano”?
¿Hubiese habido “Boom” sin ella? ¿Cuál es su influencia y por qué deberías conocerla?
El boom
El “Boom Latinoamericano” fue un fenómeno comercial/literario en el mundo editorial español, luego internacional, que concentró la atención del público lector en las obras de jóvenes novelistas latinoamericanos (Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Elena Garro [recientemente recuperada], Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, entre otros tantos) por destacar en su contenido y forma: estructuras narrativas no lineales, eventos y sucesos increíbles contados a través de un discurso coloquial, voces narradoras múltiples y una aproximación a la realidad histórica con un sentido profundamente literario. Varias de estas características se consideran a día de hoy herramientas comunes dentro de la escritura de la novela contemporánea.
La mayoría de estos escritores latinoamericanos emigraron a ciudades como Barcelona y París para escribir y entrar en el mercado editorial europeo. Una figura clave para el éxito de estas novelas es la representante literaria Carmen Balcells (Olujas, 1930-Barcelona, 2015).
¿Qué había antes?
En esencia, lo que precede al “Boom” es el modernismo latinoamericano. Sin embargo, el término es bastante amplio: refiere principalmente al surgimiento estilístico y simbólico que aparece en Latinoamérica, tanto en la poesía como en la narrativa, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Caracterizado por un uso culto y estilizado del lenguaje y metáforas alusivas a la naturaleza, incorporadas de una forma sutil, cargadas de erotismo, sensualidad y romance, el modernismo latinoamericano nace como una búsqueda de una identidad literaria y cultural (concienzudamente) alejada de la tradición española, más cercana a la estética del romanticismo francés e inglés del siglo XIX.
Determinados a construir un estilo propio y unificador, autores como José Martí (Cuba, 1853-1895), Jorge Isaacs (Colombia, 1837-1895) o Rubén Darío (Nicaragua, 1867-1916) recurren a influencias nuevas (ajenas a las españolas) para retratar la realidad de su cultura y su día a día, creando así una literatura llena de una “elegancia” y “misticismo” estético pero con escenarios y situaciones exóticas e inusuales para los lectores hispanohablantes.
La poesía
"poemarios que capturaron el caos de la memoria, el lenguaje y el dolor a través del surrealismo y la experimentación lingüistica"
El modernismo latinoamericano se caracterizó también por su profundo interés por la exploración del lenguaje, las reglas de escritura en castellano, mezclado con el imaginario naturalista, junto con el gótico y el costumbrista, para abordar desde la poesía la experiencia vital del romance y la sensualidad (con poetas como Delmira Agustini [Uruguay, 1886-1914]) hasta el sentir particular de sus países y su cultura (como lo hizo Gabriela Mistral [Chile,1889-EE.UU. 1957]). Así, la poesía modernista, que retrataba constantemente las dicotomías de las “nuevas sociedades” latinoamericanas, sociedad y barbarie, cultura y naturaleza, ciudad y campo, Europa y América, hace que el movimiento avance rápidamente a las vanguardias literarias.
En ellas podemos encontrar el trabajo de autores como Vicente Huidobro (Chile, 1893-1948), quien llevó el lenguaje a los extremos de la deconstrucción total, o César Vallejo (Perú, 1892- Francia, 1938), con poemarios como "Trilce" (1922) y "Poemas humanos" (1939, póstumo) que capturaron el caos de la memoria, el lenguaje y el dolor a través del surrealismo y la experimentación lingüistica.
La narrativa
"Un lenguaje coloquial y directo y la exploración de la memoria y el material autobiográfico para abordar la realidad sociocultural de su país"
A comienzos del siglo XX, el lenguaje típico de las localidades de los autores empieza a aparecer dentro de sus textos y el estilo de narración adopta características orales, semejantes a la manera de contar una historia entre compañeros. Los autores latinos se interesan por esto y empiezan a trabajar profesionalmente géneros menos explorados en esa época donde pudieran reproducir esa forma de narrar, como el cuento corto y el diario, mezclando así la realidad histórica y vivencias cotidianas con la literatura. La autora venezolana Teresa de la Parra destacó inicialmente por sus textos "Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente" y "Diario de una señorita que se fastidia" que aparecieron en prensa, y es recordada por sus novelas ‘Ifigenia’ (1923) y ‘Las memorias de Mamá Blanca’ (1929), que destacan por un lenguaje coloquial y directo y la exploración de la memoria y el material autobiográfico para abordar la realidad sociocultural de su país. Por el lado de la narrativa con referencias históricas, la novela "La vorágine" (1923) de José Eustasio Rivera (Colombia, 1888 - EE.UU. 1928) recrea a manera de ficción, conjuntamente con una historia de amor, lo que fue la Fiebre del caucho y la brutalidad con que se explotaba a la población indígena del Amazonas.
¿Qué pasó con todo esto?
“Cuando quiero llorar, no lloro”
Basta con fijarse y señalarlo. La influencia de autores como Rivera están presentes en la literatura del “Boom” y la contemporánea. El retrato ficcionado de episodios nacionales a través de la novela resuena con el enfoque de García Márquez en libros como "Cien años de soledad", al mismo tiempo que el discurso coloquial, cercano y oral, tan reconocido en su escritura, no es tan diferente del que utiliza Teresa de la Parra en "Las memorias de Mamá Blanca". Más aún, la inclinación de la autora venezolana a ficcionalizar vivencias personales no dista demasiado del género en boga de la autoficción.
Asimismo, la poesía modernista de Latinoamérica ha calado de una manera tan profunda en la literatura y la cultura occidental contemporánea que existen expresiones comunes como: “Juventud, divino tesoro” y “Cuando quiero llorar, no lloro” versos del nicaragüense Rubén Darío. Asimismo, la figura de autores como Gabriela Mistral y César Vallejo se siguen recuperando tanto para honrar librerías con sus nombres, como para ser leídos por figuras como el mismo Vargas Llosa.
Desde Editorial Graviola estamos comprometidos con mantener vivo el legado de las obras latinoamericanas, tanto del “Boom” como antes y más allá de él mismo. De esta manera apostamos por una imagen verdaderamente amplia, consciente y renovada de la tradición de nuestras letras.
Ruben darío
Teresa de la Parra
César Vallejo
Delmira Agustini
José Eustasio Rivera
Una colección de obras clásicas de la literatura latinoamericana. Editorial Graviola rescata estos textos para hacer una relectura bajo el foco biográfico de quienes las escribieron en medio de sus propios procesos de migración.