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25 de junio de 2022, 22:00:00

Las olas de calor

Hay casas que no están construidas para aguantar el calor que se nos viene encima. Desde hace varios años hemos sido testigos en carne viva de cómo han empeorado las olas de calor verano tras verano, históricas en algunas regiones, pero ha resultado más fácil quedarse con los récords rotos que revisar cómo los espacios que habitamos agravan los azotes del bochorno.

Preguntando por esto se llega al concepto de la inercia térmica, gracias a Sara Dorregaray-Oyaregui, arquitecta e hija del Baztán navarro. Así hablamos de la capacidad de los edificios de cambiar de temperatura con más o menos velocidad, algo fundamental cuando las noches no refrescan lo suficiente y la casa sigue acumulando calor durante días. Un patio arabesco con cuerpos de agua y árboles, varios pasillos entre cuartos o incluso una fachada blanca, todas herencia de la arquitectura vernácula española, podrían ayudar a bajar las temperaturas. Tanto el estilo "clásico" como el moderno (con sus ventanales enormes que dejan pasar la luz del sol sin permitir el flujo de corrientes de aire) pecan por no tomar en cuenta ni el clima de donde se construyen ni la gente que las habita.

Así es como aparecen las grietas. Los materiales se dilatan, se contraen y saltan. El suelo revienta. Es una cosa vivir en un edificio así, pero ¿y vivir en un cuerpo así? Las tejas, las columnas y los pasillos dejan de pertenecer al ámbito arquitectónico para entrar en el mundo de la metáfora. En una época de mudanzas, la única vivienda que no se puede abandonar es uno mismo. El diagnóstico de las fundaciones del alma debe acudir a la poesía.

¿Y qué dice cada persona cuando dice calor? ¿O cuando habla de los sitios en los que ha vivido? El lenguaje es otra de las víctimas del verano, derrumbándose y derritiéndose más rápido que en todas las generaciones anteriores. La poesía se adelanta una vez más a la historia. Pero presenciarlo desde afuera no es lo mismo que estar adentro mientras se observa cómo todo se cae a pedazos alrededor de uno. Por eso existen libros como "Las casas se caen en verano", un tour guiado por Florencia del Campo a través de los ciclos que atraviesan todos los edificios, incluso los orgánicos y espirituales. Lo único que hace falta recordar es abrir la ventana.

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