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11 de diciembre de 2020, 23:00:00

La invasión

Siempre es una buena señal cuando un montón de gente está hablando de ‘2001: Odisea del espacio’. Los monolitos que han aparecido a lo largo del mundo han generado el mismo sentido enigmático al que apuntaba la película de 1968 desde que apareció el primero en Utah. Un grupo de biólogos encontró el prisma triangular de acero inoxidable mientras contaba ovejas desde un helicóptero en los cañones rojos de Utah. Su primera aparición en imágenes satelitales hace pensar que fue instalado entre 2015 y 2016. Cuando publicaron imágenes del pilar metálico, un internauta logró calcular sus coordinadas exactas analizando el terreno y la ruta del helicóptero. Tal es la naturaleza colaborativa de las comunidades en línea: si suficientes individuos preguntan, nada más hace falta que llegue a la persona apropiada.

Cientos de personas viajaron para ser testigos del monolito, pero este desapareció poco más de una semana después de su descubrimiento. Antes de que los aficionados pudieran volverse locos, unos jóvenes se responsabilizaron de haber retirado la escultura, citando el daño que habían hecho los turistas sin experiencia en senderismo. No era para menos, se había comprometido la conservación de los espacios naturales y los sitios de interés arqueológico. Aun así, se notaba que estos chicos entendían que el encanto del pilar metálico no era su existencia física. Nada impide que otros puedan seguir divirtiéndose con sus tesis de extraterrestres y el siguiente paso de la evolución humana.

Varios monolitos más han surgido en varios países en diciembre, con más de diez en Estados Unidos y rozando la veintena en Europa, además de Panamá, Colombia y Canadá. Varían en altura, color y en cómo fueron instalados, lo cual evidencia la autonomía de sus creadores. Algunos han sido

retirados sin mucho escándalo pero hay otros, como el de Rumanía, que han desaparecido sin explicación aparente. Tierra fértil para la especulación entre fanáticos de la ciencia ficción. Es como si el primero hubiera inspirado la construcción de los otros, un ‘meme’ que se materializa fuera del mundo virtual sin necesidad de una organización jerárquica. Dadas las herramientas, cualquiera puede formar parte del juego.

Algunos de los pilares han sido reclamados como esfuerzos de colectivos artísticos, estrategias publicitarias para sus marcas, e incluso hay un par de comercios que ofrecen monolitos a la venta. No podían faltar. Pero la mayoría de los escultores han permanecido en el anonimato, procurando mantener el sentido lúdico que inspiró la primera aparición. El espacio de discusión e interpretación alrededor de los monolitos sigue pareciéndose más a la creación mitológica que a la investigación empírica. Los hechos son sencillos: aparecen, y algunos de ellos desaparecen. Sin embargo, han capturado la imaginación de miles de personas que encuentran un motivo para entusiasmarse con el mundo real.

El escapismo en el arte suele ser visto con desprecio, pero no se me ocurre un mejor momento para que muchas personas estén pendientes de una historia en desarrollo que les ilusiona. La mejor ciencia ficción no nos aleja de la realidad, sino que nos invita a observarla con otro punto de vista. El hecho de que varios individuos pongan las manos a la obra para instalar pilares metálicos para construir una leyenda contemporánea, sin ningún reparo por el propio reconocimiento (o la legalidad, en algunos casos), es un fenómeno tan interesante como la visita de marcianos. Sea dicha la verdad, a algunas ciudades y pueblos les haría falta un monolito.

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